Pues sí: a lo tonto, el 28 se cumplieron 20 años de mi boda.Con Nana, claro.
El truco está ahí.
Y me pregunta un amigo (P., el que nunca quiere que ponga su nombre): ¿Qué habéis hecho para celebrarlo? (Supongo que esperando una respuesta tipo: «Nada especial…este sábado vamos a cenar algo frugal al Celler de Can Roca» o «Nos vamos una semanita a N.Y. ¡Ah! Y, por supuesto, sobrevolaremos la ciudad de noche en helicóptero» o «Estoy acabando de ligar una zambullida en bolas en las cascadas del Niágara. Con casco, no te preoocupes»)
En vez de eso le digo: «Eeeee…. Pues nos hemos encerrado en la cocina un par de horas y hemos preparado un caldo muy sabroso a cuatro manos».
Mi amigo me mira desconcertado. Noto que casi le doy lástima. «No, tranquilo, está bien así -añado, intentando tranquilizarlo-.Es que a Alba le encanta el caldo, aunque estemos casi en Junio. Y viene hambrienta del Instituto.»
Acabo de decirlo y me doy cuenta. El día que Nana y yo nos desmelenemos un poquito más la cosa acaba en divorcio. O eso, o nos estalla el marcapasos.
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