Por culpa de Berto Romero no me hablo con Nana. Nana es mi mujer. Berto es un actor. Perdón, un cómico. Bueno, ambas cosas, si es que son distintas. Y ambas las hace bien. Aquí está el problema.
Todo comenzó hace un par de meses…
(Aquí suena música de arpas y entra un rápido Flash-back:
se me ve en plano medio, en pijama y sin afeitar tecleando ante el ordenador en el despacho de casa. Estoy escribiendo una letra destinada a convertirse en el número musical de losPremis Gaudí del Cinema català (unos premios de cine que se dan en Catalunya). Parto de un clásico de los Gerswin, Let’s Call the Whole Thing Off. Tengo puesta en el Youtube la versión de Louis Armstrong y Ella Fitzgerald, y cada vez que termino un par de versos, doy marcha atrás y los canto acompañado por la música, para comprobar que la cosa funciona. De vez en cuando, Nana llama a la puerta:
-Pep, deberías comer algo o vas a desmayarte. Como de costumbre.
O bien:
-Pep, hace días que no…ya sabes. Bueno, déjalo. Estoy acostumbrada)
Hasta aquí el Flash-back.
Elipsis.
Ya es la noche de la Gala: domingo 3 de febrero. Sale Berto y canta la canción, acompañado de Roger Coma.
Fantásticos. Han estado ensayando como posesos, y se nota. O mejor aún: no se nota, que es como tiene que ser.
La tragedia es inminente, pero yo ni siquiera la huelo (pobre tonto, ingenuo charlatán).
Al día siguiente, entreabro un ojo y me encuentro a Nana esperando que me despierte. Entre mis legañas matutinas se la ve llena de emoción. Me dice que le encantó la gala, en general, y de pronto concreta:
-Incluso aquella porquería de canción que no parabas de cantar en el despacho… ¡sonó de maravilla!
Supongo que es la cura de humildad que necesita todo guionista: no somos más que guano si los encargados de llevar nuestras ideas a la práctica no son lo bastante profesionales para seducir a tu mujer.
Maldito Berto.
Hoy voy a ver su nueva obra de teatro en el Alexandra (“Berto sigue con nosotros”), y sé de antemano que me va a encantar.
Ya veis: además de cornudo, consentido.
0