Buenos propósitos


Este 2014 voy a ser mejor persona. Por citar cuatro ejemplos…

Voy a dar asilo a Snowden.

Iré al gimnasio, cuidaré el colesterol, cenaré ensalada cada noche.

Me convertiré en Gallardón un par de horas, convocaré a los medios y diré que lo de no abortar ni en dibujos animados era una broma, y que las mujeres, faltaría más, pueden hacer con su cuerpo y con su vida lo que les dé la gana, sin que venga ningún ministro facha, machista y ebrio de notoriedad a dictarles lo correcto. Luego, ya de paso, aprovecharé que sigo en el cuerpo de Gallardón para volver a caerme unas cuantas veces por las escaleras de su casa, a ver si esta vez me rompo algo más de un par de costillas. Por nada, como penitencia por el resbalón.

Les diré más a menudo a mis seres queridos que les quiero. No cantaré tan alto en la ducha a las siete de la mañana. No mezclaré el vino tinto con el vermut blanco.

Me convertiré en Wert  y, mientras me descojono, diré a los medios que todo lo que he hecho como ministro era una apuesta con un cuñado, una tontería de nada para ver cuánto aguantábamos sin huir por piernas a un lugar civilizado. Luego (siempre con esa sonrisa chulesca, retadora, que caracteriza a este personaje tan gallardo e independiente) me quemaré a lo bonzo. Así, con un par. Un segundo después, en alguna UVI olvidada de la mano de Dios, la cultura y la educación de este país empezarán a recuperar el pulso.

Voy a reciclarlo todo todo todo. Voy a hacer microdonativos constantemente. Y voy a aprender inglés. Pero inglés del bueno, rollo nativo y tal. Esta vez en serio.

Me convertiré en el President balear, José Ramon Bauzà, y diré que lo de prohibir les quatre barres en las escuelas mallorquinas no tiene nada de nazi. Nazi es el catalán que intenta seguir siendo catalán en Catalunya (¡qué hijoputa, habrase visto mayor desfachatez!) , o el valenciano que aspira a tener un canal de televisión público en valenciano y con unos informativos que no abran cada día preguntándose lo mismo: «¿Por qué Rita Barberà no aparece en el calendario Pirelli?»

Saldré más a menudo y, cuando salga, me relacionaré un poco más con la gente. No esperaré a que llueva para limpiar el coche. Y cualquier día dejaré de tomar ansiolíticos. Es fácil, de verdad. Podría dejar de tomarlos ahora mismo si no fuera porque aún no estamos en 2014.

Me transformaré en Rajoy y, de algún modo, dejaré de ser patético. Y luego en Rubalcaba y lo mismo. Y seré Pere Navarro, me miraré al espejo, veré a Rubalcaba sonriendo y comprenderé que algo extraño está ocurriendo con mi vida.

¡Ah! Y haré mucho más a menudo el amor; en sitios atrevidos y en posturas raras. Complicadísimas. Tanto que,  a lo mejor, algún vecino de los que me espía lo graba en vídeo y lo cuelga en youtube, el manager del Cirque du Soleil lo ve, exclama «Mon dieu!» (o algo en francés), me contrata bajo el alias de «L’Elastique Wrass, el Hombre de goma» y, por fin, descubro a los cincuenta y un tacos mi verdadera vocación: contorsionista.

Y nada, poca cosa más: a lo mejor me hago ministro o conseller de economía y de trabajo y me avergüenzo tanto de mí mismo que me hago travelo para que no me reconozcan por la calle los que estoy matando de hambre; o me hago uno de sus compinches banqueros o empresarios chanchulleros y me meto en la cárcel y tiro la llave; o el 9 de noviembre me levanto temprano, como siempre, y voy a votar «Sí» y «Sí». Aunque lo más probable es que si cumplo mis buenos propósitos, a esas alturas de año ya domine mi nuevo idioma y pueda decir «Yes» y «Yes» con un acento más que convincente.  Luego, contradictorio como siempre, seguiré escribiendo en castellano, este idioma que, como dicen la Camacho, los de Ciutadans y cuatro personas más muy bien informadas, no permiten aprender bien en Catalunya.

Y así, como decía mi abuela, qui dies passa, anys empeny. 

Feliz 2014.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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