Un señor sueña que juega al golf en un green interminable. Después de tres días, tres noches y seis mil setecientos veintiocho golpes, consigue situarse a un palmo del hoyo con la banderita. Impulsa la pelota y comprueba, satisfecho, que desaparece bajo tierra.
El señor se arrodilla, dispuesto a recuperarla, y entonces ve que no es un agujero de golf sino el ojo de una cerradura.
-Ja, ja. Mejor. Así podré espiar a la guarra de la vecina mientras se ducha.
Lo hace, y la experiencia resulta inolvidable hasta que suena el despertador.
-Mmm. ¡Qué sueño más bonito! –piensa.
Abre la boca para bostezar, en el preciso instante en que una pelota de golf cae del techo. Le queda encajada entre el paladar y la garganta. El señor se ahoga, sufre un choque y muere al instante. Entonces, la vecina sale de la ducha chorreando jabón, ve el cadáver en la cama y chilla.
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