La humanidad ha tardado siglos de historia en plantearse preguntas cruciales como la que ha triunfado esta semana: ¿el gato sube o baja?
Desde todos los confines han aparecido seres dispuestos a desentrañar la respuesta, tal vez los mismos pioneros que, en su día, trataron de averiguar si aquel famoso vestido era blanco y dorado o, por el contrario, azul y negro. Respiro tranquilo porque sé que, a este paso, mi hija va a vivir en un mundo decidido a solucionar sus problemas más cruciales, cueste lo que cueste.
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