El mundo está cambiando


Siento cierto pudor al confesarlo: no entiendo nada de economía. Al parecer, siendo europeo esto es gravísimo, casi tanto como ser hombre y no saber nada de neumáticos de Fórmula 1. Pero es así. Todo empezó en el Instituto, cuando tuve que copiar de Anna Xarrié, la chica de al lado, para aprobar las mates con un cinco justo. Y, con el tiempo, la cosa ha ido a peor, hasta el extremo que en casa es mi mujer la que controla las tres libretas de La Caixa: las dos nuestras y la del Super 3. Así que mi cabreo ante la que está cayendo es un pataleo de garrulo, de tío que vive en su burbuja, incapaz de comprender ni jota de estos complicados mundos del FROB, el FAAF  y la madre que los parió a todos.

Bueno ¿y qué?

Me jode que por culpa de los recortes la gente tenga que retorcerse de dolor en un pasillo de urgencias mientras Rodrigo Rato y su sustituto (ese tipo que parece el hermano del Opus de Chuck Palahniuk, el que se había jubilado con una millonada y que ahora regresa para hacernos un favor a todos) se zampan unos centollos a nuestra salud. Me jode que haya bancos tan de puta madre que puedan pringarse de guano hasta las cejas sin ninguna consecuencia, porque como Isaías dijo a los Apóstoles, “bajo ningún concepto los dejaréis caer”, mientras se van quedando sin ingresos centenares de miles de familias, mientras los investigadores se resignan a hacer las maletas, mientras la cultura es tauromaquia, cuatro videos subvencionados de la FAES y poca cosa más. Así que iremos con mi mujer y mi hija (enun futuro de posts actualizados hemos ido ya, ver foto encontrada casualmente por Judith Rectoret&Cesc por internet) a la mani de la Plaça Catalunya. Porque sí, porque no tengo ni idea de economía, pero hay que ser político para no ver que quedarse en casa indignado ya no es una opción. Vamos a por ellos. El mundo está cambiando.

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