El otro día, mientras no llegaba el autobús, me dio de pronto por cruzar a la otra acera y echar un vistazo a la cara que pone la gente que espera en la parada. Supongo que es la misma que ponemos todos: de alucinado submarinista sumergido en sus propios pensamientos. ¿Cuantas grandes ideas se habrán empezado a gestar en ese preciso instante? ¿Cuantas historias de amor, cuantas rupturas? El enigma bien se merecía un dibujito, y aquí está.
0Cara de espera
