Alba se va de casa


Perdón por el título dramático. He exagerado un poco, para llamar la atención. Alba se nos va, sí, pero solo hasta el viernes. De colonias. Qué extraño, de repente, ver “Palomitas” esta noche,  “Alaska y Mario”, mañana, y “Misfits”, el jueves, sin sus risas-cacareo. Dejar de perderme en el hilo de sus frenéticos monólogos sobre qué canción es la ideal para despedir el fin de curso, qué camisa combina mejor con los pantalones que se ha puesto o por qué razón (mejor dicho, por cuál de las 13.765 que le hemos repetido un centenar de veces) no vamos a comprarle otra mascota tierna y peludita a corto plazo, por muy instinto maternal que le rezume por los poros.

Ella lo estaba deseando desde hace días, semanas, y ni se imagina cómo la comprendo. Tengo memoria de elefante y todavía recuerdo esa sensación de termitas recorriendo mis arterias. No por irme de colonias, que no hice (eran otras épocas), pero sí por escaparme con mi Tusa o con amigos por ahí, aunque fueran salidas de una tarde. Qué mayor me sentía, con el mundo a mis pies. Vacaciones de padres. Uf. Lo más grande.

Disfrútalas, bitxo. Y vuelve con más pilas.

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