Observad atentamente esta foto. ¿No hay algo que os llama la atención? Una pista: no son los dos tipos con corbata que hay en primer plano, Hollande El Guay y Monti El Tecnócrata. Correcto: son los otros, los de la casaca y el el gorro a lo Marge Simpson. Empiezo a sospechar que lo que distingue a un mandatario de un indignado es eso, que mientras unos aporrean cacerolas los otros revisten el más insubstancial de sus actos públicos con una puesta en escena que haría las delicias de Andrew Lloyd Webber. Que sí, que a la gente normal nos pueden parecer rimbombantes, anacrónicos, ridículos. Pero, a criterio de sus asesores de imagen, les sigue funcionando, igual que les funciona, aún, al Papa de Roma y sus secuaces. A lo mejor es que el hombre del siglo XXI no ha evolucionado tanto, y sigue adorando al César porque siempre se presenta ante el pueblo rodeado de legiones.
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