El otro día un amigo me mandó por email una cosa tremendamente graciosa y yo no le respondí con Jajajajaja. ¿Me convierte esto en una mala persona? Ni idea.
El caso es que me cuesta engancharme a esta moda (llámalo moda, llámalo como te dé la gana), seguramente porque en una conversación cara a cara no suelo reírme a carcajadas ni con mis amigos más graciosos. Ni siquiera me reí a carcajadas cuando el telediario de TVE recomendó a los parados un remedio infalible para calmar la ansiedad: rezar. Rezar y poner velas.
Ja.
(¿Lo veis? El chiste es genial, y sólo me provoca una hierática sonrisa. Qué raro)
En fin. Supongo que los Jajajajajaja aspiran a sustituir a los tristemente célebres emoticones de la risa, que ya nacieron horteras y mariquitinis. Sería como apoyar la tesis contraria a “Una imagen vale más que mil palabras”, e ir añadiendo un “Ja”, y otro, y otro más, a medida que queremos simular un mayor descojone.
Supongo.
Y supongo que si la cosa funciona, pronto se hará extensivo a otro tipo de reacciones. Si alguien te manda un comentario erótico, deberás responderle “Ahhhhhhhhhhh”, así, como corriéndote; si te dice algo que te duele, “Ayayayayayay”. Y si te pide que imites una moto arrancando, “Brumbrumbrumbrum.”
El tema es serio, amigos.
Es muy probable que nos encontremos ante el nacimiento de una nueva era, la del Homo Onomatopeyense.
Habrá que seguirlo con atención.
3