Números

Ayer fue 10 del 10 del 10 y no me pasó nada especial. No me llamó Natalie Portman, no pisé Marte, no inventé una vacuna cojonuda. Lo digo con cierto asombro porque suelo tener una relación  extraordinaria con los números. El 6 del 6 del 6, por ejemplo, no salí de casa hasta las seis (lo hice a posta, como un guiño al diablo). En la primera esquina metí el pie en un agujero, me fracturé el tobillo y me pasé un mes y medio enyesado y otro mes y medio de recuperación. 6+6 semanas en total. De vez en cuando aún me duele.

No siempre me han pasado cosas malas. 

Hace 23 años, el mismo día que salía de editorial Tusquets de entregar mi manuscrito de “El vaixell de les vagines voraginoses” para el premio La Sonrisa Vertical, se me acercó un anciano con pinta de vagabundo que vendía cajas de cerillas.  Insistió tanto que le acabé comprando una. Llevaba dibujado un barco y decía: “Vapor inglés del siglo 19”. Recuerdo que me llamó la atención que  hubiera precisamente eso, un barco, en la cajetilla (como en el título de mi novela) y que después de “siglo” no hubieran usado números romanos. Entonces, de pronto, empecé a ver diecinueves por todas partes. Enfilé la A-19, y las cuatro cifras de todas las matrículas sumaban 19. Conté los cigarrillos que me quedaban en la cajetilla que acababa de abrir: ¡Increíble, 19! Tardé 19 minutos exactos en llegar a Premià (en 1987 no existía la limitación a 80), y conté que había (hay) diecinueve calles entre la salida de la autopista y mi casa de entonces. Por supuesto, corrí a medirme el pene nada más cruzar la puerta. Medía mucho más,  pero era un múltiplo de 19. Total, que de algún modo, y gracias a los números, presentí que iba a ganar el premio. Y así fue.

(Luego, mucho tiempo después, mi Alba nació un 9 del 1 del 99, y al ver que la fecha contenía varios diecinueves ocultos pensé: ya era hora que me tocara otro premio)

Lo malo será el año que viene, el 11 del 11 del 11. Suma 33, como la edad de Cristo. Yo nací un 25 del 12, no sé si me explico. Ya tiemblo.

Malditos números.

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Por Pep Bras

Escritor y guionista. + de 20 libros publicados. El más reciente, "La niña que hacía hablar a las muñecas" (Siruela, 2014). He escrito para Buenafuente (16 años en El Terrat), la Otero y la Gemio, entre muchos otros.

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