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El sincrogente
La gente cambia. Recuerdo que el año pasado, por estas fechas, me presenté en pantalón corto en la mansión californiana de El Terrat y Joan (Joan Pons, la enciclopedia multimedia en formato antropomórfico), que lo llevaba largo, me lanzó uno de sus acalorados discursos sobre la conveniencia filosófico-estética de no mostrar los tobillos en el…
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La página en blanco
Volver de vacaciones es como sentarte a escribir algo nuevo. Te asalta la misma sensación: hormigueo en el estómago, pánico y, al mismo tiempo, un chute de adrenalina galopando por las venas. Share
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Qué raro es el tiempo
Me planteo escribir sobre las vacaciones y en lo primero que pienso es en el tiempo. El tiempo es algo muy raro que suele desconcertarme. Share
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Las buenas noticias
Acaban de darme una buena noticia. Más que eso: la mejor de las noticias posibles. Llevaba cerca de un año esperando que se produjera. No sé vosotros; yo, cuando hace tanto que espero algo, me entretengo anticipando el momento. Imagino cómo reaccionaré si la respuesta es A, B o Z; qué frase inmortal le diré…
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Musas y celos
Mi mujer se mosquea cuando le cuento a todo el mundo menos a ella de qué va mi próxima novela. No, mosquearse no sería la expresión. Se pone celosa. Es lo que tienen las musas: salen de fábrica posesivas y siempre quieren más. Share
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Llorar
Qué gusto da llorar cuando algo te emociona. Yo lloro mucho. Lloré cuando nació mi hija y la primera vez que contemplé El Louvre. Lloro con algunos libros. Con los triunfos épicos del barça. Y, sobre todo, con una buena peli. Share
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¡Sorpresa!
Acabo de vivir una hilarante escena de sit-com. Imaginad que el protagonista, llamémosle X, cumple años. Llega a casa, enciende la luz, y se encuentra a todos sus amigos gritando: “¡Sorpresa!” Share
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Charla de ascensor
Una noche jodida. Sueños raros e inconexos, regusto agrio al despertar. A las ocho miro el reloj y resulta que llevo cuatro horas contemplando la pantalla del ordenador, como un capullo, sin que haya escrito ni una triste línea que merezca ser salvada. Share
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La multa
Salgo de la farmacia (donde he permanecido un minuto y medio escaso) y lo primero que distingo es la sonrisa lobuna, ligeramente sádica, del policía municipal junto a mi coche subido en la acera. Me acerco y le digo: -Perdone… Él se lleva la mano a la culata del revólver de reglamento y mueve la…